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Revista de ecocardiografía
                                                                          práctica y otras técnicas de imagen cardíaca




















                                           Aprender a convivir en la “nueva normalidad” en el área de la imagen




                uando, en diciembre 2019, se produjo el primer caso reportado de infección por coronavirus SARS-Cov-2 en la ciudad de Wuhan
                (China) y comenzó su prepagación a los conco continentes que motivó la declaración de la pandemia COVID-19 por parte de la
          C Organización Mundial de la Salud (OMS) el 11 de marzo 2020, pocos pudieron prever la vertiginosa cadena de acontecimientos
         que se desencadenaron en los meses subsiguientes y que todavía persisten en nuestro hacer diario.

         Al fortalecimiento de los sistemas sanitarios de todos los países, se sumaron medidas de aislamiento (cuarentenas), uso de elementos de
         protección personal (barbijos y tapabocas, máscaras, entre otros), distanciamiento social, lavado de manos, tendentes a evitar la propagación
         del virus. También la utilización y el desarrollo de distintos fármacos, la mayoría ya conocidos, a los fines de tratar las complicaciones que el
         virus provoca en el organismo (muchas de ellas letales), así como inutilizar al mismo, con resultados poco alentadores hasta el momento.
         Igualmente, una carrera espectacular se ha generado en el desarrollo de vacunas a ritmo acelerado, como nunca antes había sucedido y
         todavía con un futuro incierto.


         Europa y Estados Unidos se enfrentan hoy a una segunda ola de contagios que parece no tener techo, aunque con una letalidad algo me-
         nor. El continente americano, el más afectado en número de infectados del mundo, todavía no ha logrado disminuir en muchos países la
         propagación sostenida y muy elevada del virus, lo que está provocando, además del problema sanitario, una marcada acentuación de los
         problemas socioeconómicos que de por sí eran ya preocupantes previo a la pandemia.

         La transmisión viral fue postulada en 1930 (en la epidemia de tuberculosis), y durante años se aceptó el término de gotas grandes y peque-
         ñas, conceptos a su vez tomados de la primera descripción de Carl Flugge en 1897, y de ahí el término transmisión por gotitas de “Flugge”
         usado hasta el día de hoy.

         La propagación del SARS-Cov-2 fue postulada inicialmente a través de los fomites, llamados también vector pasivo o “contacto de superficie”,
         y de la vía de la “gota grande” o de la “gota balística”, gotitas de partículas de saliva o líquido respiratorio que son expulsadas por las personas
         infectadas al toser, estornudar y, en menor medida, al hablar, volando balísticamente (como un proyectil) a una distancia de menos de 2
         metros, contagiando al impactar en boca, fosas nasales u ojos. De allí que el uso de protección con barbijos, tapabocas, máscaras y distancia-
         miento social fueron las medidas iniciales propuestas para disminuir la transmisión.

         El 20 de abril de 2020, el Dr. Martín Lombardero publica un trabajo  online en SISIAC.org que describe la hipótesis de la tercera vía de con-
                                                          (1)
         tagio (llamada actualmente “ruta del aerosol”), basada en estudios de aerobiología publicados en años anteriores, que refiere una manera
                                                                         (2)
         diferente de interpretar la ciencia de la aerotransmisión viral, siendo Lydia Bourouiba  una referente de esa hipótesis por sus estudios en
         dinámica de fluidos respiratorios.

         En una reciente clasificación de transmisión del SARS-Cov-2, el Dr. Donald Milton  (University of Maryland, Estados Unidos) describe las
                                                                      (3)
         tres vías de contagio. Los aerosoles (la tercera vía de contagio) también son partículas, pero de saliva o de líquido respiratorio (también
         llamadas microgotas), con la capacidad de estar en suspensión en aire y dispersarse con corrientes de aire, pero con un diámetro menor
         de 100 micras.

         Cuanto menor sea el tamaño del aerosol, mayor capacidad de suspensión en el aire tendrá (de segundos hasta horas), podrán viajar
         a distancias más largas, y estarán influenciados por las corrientes de aire o de recirculación de aire. Es decir, los aerosoles más peque-
         ños en tamaño permanecerán más tiempo, viajarán más lejos en el aire y podrán impactar en diferentes partes del tracto respiratorio
         humano.



          RETIC. 2020 (Dic); 3 (3): I-II                    I
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